Para esta tarta no tenía un tema determinado y me apetecía hacer algo llamativo y divertido.
Tenía ganas de utilizar fondant de muchos colores y a la vez probar la técnica de la capa de arriba que cae sobre los laterales de manera desigual.
Para el bizcocho tenía ganas de probar el sabor cereza de los "sobres mágicos" como yo les llamo. Además de darle un color muy llamativo al bollo, hacen que tenga un sabor dulzón y que claramente recuerda a las cerezas.
Lo corté en tres capas, las calé con almíbar de limón y canela y lo rellené con ganache de chocolate y mermelada de fresas.
Un día por la tarde me dediqué a hacer los adornos: las fresas con la nata, las del centro de la tarta, las serpentinas enrolladas y el confeti.
No tenía ni idea de cómo la gente hacía las serpentinas, así que mi chico que es muy apañado, me forró unos lapiceros con papel de horno, y sobre ellos enrosqué el fondant. Una vez pasadas unas horas se había quedado con la forma... así que fue fácil conseguir las serpentinas.
Os pongo una foto de la tarta una vez cortada para que veáis cómo quedó por dentro.
Como el bizcocho era pequeño y no había ajustado las medidas de la masa a ese molde, decidí que con la masa sobrante haría unos cupcakes, también color cereza que me gusta un montón y porque la gente se queda muy sorprendida cuando lo ve.
Os pongo una foto de antes de adornarlos, para que veais el colorcillo, aunque por dentro se aprecia mucho más:
Y ya sabéis que en esto de la repostería una cosa lleva a la otra, así que me puse a hacer buttercream de vainilla, a teñirla a juego con los colores de la tarta y a hacer unos cupcakes de fiesta total!!!
Para animarlos más todavía les hice unas fresas y unas piruletas en fondant.
Y este es el resultado final:
Así que lo que empezó siendo una tarta pequeña, acabó con unos cupcakes a juego. Tardé bastantes horas en hacerlo todo, pero mereció la pena porque tanto a mi madre como a sus visitantes les gustó la tarta tanto por dentro como por fuera.